El misterioso mundo de las momias egipcias

Las pirámides, los templos y tumbas egipcias están impregnadas de una esencia mística que pareciese penetrar en todo ser que les circunde. Una similar atmósfera está presente en las antiguas momias faraónicas que por sobre todas las cosas, infunden el más profundo respeto y admiración por la antigua cultura egipcia al estar cara a cara con alguno de sus inmortales faraones.

Historia de la momificación

El embalsamamiento no fue un proceso inventado intencionalmente por los antiguos egipcios, simplemente fue el resultado de la evolución de una costumbre que se remonta mucho más allá de lo que generalmente se tiende a pensar. La época predinástica es donde se encuentran las primeras señales de lo que luego en la época dinástica se convirtió en un proceso artificial de conservación del cuerpo.

Antes de que el primer faraón reinase en Egipto la costumbre de enterrar a los muertos se practicó y a partir de allí es que se puede decir que la religión egipcia emprendió su largo recorrido a través de miles de años de historia, de hecho, posiblemente la religión de los antiguos habitantes del Nilo tuvo de esta forma su nacimiento.

Se cree que la manera en que empezó este proceso de momificación es a causa de que los muertos eran enterrados en pleno desierto, en una fosa lo suficientemente grande como para que el cuerpo cupiera junto a algunas de sus pertenencias. Este tipo de enterramientos no son resultado de la imaginación de los egiptólogos o una mera suposición de ellos, tales enterramientos han sido encontrados en el valle del Nilo demostrando la precocidad del culto funerario en los albores de los pueblos en Egipto.

Para ese instante la forma de vida en Egipto era en tribus e impresionantemente, a pesar de ello, al parecer ya se estaba manifestando una teoría entre sus habitantes sobre una vida después de la muerte con lo que la costumbre de estas inhumaciones prosperó.

El gran maestro de los posteriores embalsamadores fue el desierto mismo; el cuerpo enterrado en forma fetal en la arena, es decir, acostado de lado con las rodillas casi pegadas al pecho, era conservado perfectamente por un proceso natural de deshidratación al que estaba sometido el cuerpo debajo de la arena del desierto. Todos los líquidos de eran absorbidos por la arena dejando al cuerpo sin la oportunidad de que fuese invadido por las bacterias que descomponen los tejidos animales.


Cuerpo sometido a un proceso natural de deshidratación
enterrado en el desierto durante el Período Dinástico Primitivo

Se cree que por ser enterrados a poca profundidad, los cuerpos eran desenterrados por animales carroñeros. Los antiguos egipcios pudieron ver entonces la apariencia de un cuerpo disecado e intentaron reproducir esta apariencia voluntariamente en tiempos posteriores. Los primeros experimentos que hicieron los egipcios fracasaron. Ellos veían que los muertos enterrados se conservaban perfectamente pero desconocían el proceso y los elementos que actuaban en los tejidos para su conservación. Empezaron entonces por envolver en lino a los difuntos pero notaron que aún así el cuerpo se descomponía y lo único que quedaba de este eran los huesos.

Luego descubrieron que la acción del sofocante calor y la arena sobre el cuerpo era lo que determinaba su conservación definitiva. Aunque no utilizaron propiamente la arena para intentar conservar los cuerpos, emplearon en su lugar una sustancia sólida que se encontraba en Egipto con gran facilidad, era el natrón, algo parecido a la sal. Poco a poco los experimentos de los egipcios dieron resultados satisfactorios y se prepararon para el mundo del más allá. Para el momento en que lo lograron, la religión egipcia ya había sido bien desarrollada por lo que la momificación y la religión se entremezclaron una con la otra a un punto casi inseparable.

La momificación y la religión

Los antiguos egipcios pensaban que toda persona estaba compuesta por varias partes y en el momento de la muerte era que ellas se separaban. Estas partes son en primer lugar el cuerpo físico, la segunda de estas es el Ka que es justamente el doble espiritual de la persona y la última es la personalidad del difunto a la cual se le llamaba Ba. Cuando el cuerpo moría estas tres partes se separaban pero el Ka y el Ba seguían dependiendo del cuerpo. Cuando el Ka y el Ba reconocían a la momia del difunto, se volvían a unir y se manifestaba el Akh, el ser de vida eterna.

La conservación del cuerpo del difunto era indispensable para que el Akh pudiese existir y si el Ba y Ka no encontraban al cuerpo del muerto en buen estado para poder reconocerlo y unirse, simplemente la vida eterna no era posible y el difunto no pasaría al otro mundo.


Momia del faraón Ramsés II de la Dinastía XIX.

Esta creencia seguramente derivó del mito de Osiris. El mismo dice que al principio de los tiempos, Osiris e Isis eran los reyes de Egipto. Seth al ver que su hermano Osiris era el faraón sintió envidia. Entonces conspiró para darle muerte a su hermano. Para ello diseñó una caja en la que Osiris cupiera y en un banquete instó a su hermano a que probase si cabía. Si entraba perfectamente en la caja esta le pertenecería. Engañado, Osiris se metió en la caja y esta fue sellada con plomo y Osiris murió.

La caja fue lanzada al Nilo y mucho tiempo después fue encontrada por su esposa Isis en una de sus incansables búsquedas. Ella constató que su esposo muerto continuaba allí dentro. Seth encontró la caja cuando Isis dormía y aprovechó en despedazarlo. Sus partes fueron regadas por Egipto e Isis y Neftis -su hermana y también esposa de Osiris- nuevamente emprendieron la búsqueda del cuerpo de su esposo. En cada lugar donde encontraban algún pedazo de Osiris erigían un templo. Una vez que todas sus partes fueron encontradas debían ser juntadas. Para ello, todos sus pedazos fueron unidos con lino y de esa forma el cuerpo de Osiris quedó momificado.

Para revivir a Osiris, su esposa Isis, la diosa de la vida y de la magia, practicó junto a Anubis algunos rituales que le devolvieron la vida al faraón muerto. De esa forma, Osiris fue animado y convertido en el señor del mundo del más allá y dios de los muertos. Sin embargo, no fue el cuerpo de Osiris el que volvió a la vida sino que a través del proceso de momificación, el Ka y el Ba se encontraron y el Akh fue creado.

Otro de los iconos entre la momificación y la religión, fue el dios antropomorfo Anubis. Este se representaba la mayoría de las veces como un hombre con cabeza de chacal. Otras veces se le representaba únicamente como un chacal.


Representación del dios chacal
de la momificación, Anubis.

Como ya se ha dicho, durante la época predinástica los muertos eran enterrados en fosas en la arena. Se cree que los animales como el chacal solían desenterrar a los muertos para alimentarse. Seguramente los egipcios presenciaron ese hecho y notaron que los difuntos estaban en relativo perfecto estado de conservación y asociaron al chacal con ese proceso.

Adicionalmente, Anubis también adquiere estas atribuciones de embalsamador por estar presente en el mito de Osiris. Cuando hubieron encontrado las partes destrozadas de Osiris, fue a través de procesos mágicos y momificos que el rey volvió a tener un cuerpo entero. A partir de estos hechos es que el chacal es convertido en el dios Anubis y se le atribuyen los procesos de momificación artificial y de allí en adelante se tornó como la iconografía principal de la preparación del cuerpo para la vida eterna. Cuando los embalsamadores trabajaban sobre el difunto para convertirlo en momia, al menos uno de ellos estaba enmascarado con una cabeza de chacal para representar al dios Anubis durante el sagrado proceso de momificación.

La vida para todo egipcio era un ciclo; en el mundo material el sol nacía por la mañana y moría por la noche, el Nilo tenía una época de poco caudal y otra de inundación. De la misma manera el hombre debía estar en armonía con la naturaleza y debía participar en ese ciclo. Cuando alguien moría debía haber algo más después de la muerte porque si no el ciclo era interrumpido. La forma para que siempre hubiera esta armonía cósmica era que si después de un determinado momento de inanimación -muerte- hubiese uno de reanimación -vida- y así el ciclo era fluido y completado. Por ello es que el hombre debía vivir después de la muerte en el más allá donde se encontraba el Egipto mismo de una forma idealizada y totalmente paradisíaca.

Por otro lado, los sarcófagos en que eran enterradas las momias variaron según el periodo de elaboración. Los principales cambios se veían en las formas y decoraciones de los ataúdes. Por ejemplo, durante el Imperio Medio se acostumbró a hacer ataúdes bastante rectangulares. En la parte interior del ataúd, hacia el lado izquierdo de la cabeza, se pintaban los ojos de Horus y por allí el difunto se podía asomar al exterior. Debajo de esta decoración se pintaba una puerta falsa para que el espíritu del muerto pudiese salir de su Casa -del sarcófago- hacia el resto de la tumba. La puerta falsa también era utilizada por el difunto para salir y alimentarse de las provisiones que sus familiares o sacerdotes dejaban en la tumba.

La llamada puerta falsa no solo fue colocada en los sarcófagos, también fue tallada en las paredes de las tumbas. La puerta falsa no es realmente una puerta por la que cualquier persona pueda pasar. Esta era simplemente tallada sobre la piedra y su función era ser el portar entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. A través de esta puerta era que el difunto accedía al más allá para llegar primeramente al reino de Osiris para vivir la vida eterna.

Por otra parte, durante el Imperio Nuevo los sarcófagos de los muertos eran hermosamente decorados. Muchas veces incluso las momias estaban provistas de máscaras con rostros idealizados. Las expresiones de sus caras son bastante estándar porque según la creencia egipcia, al menos en los faraones, los signos del envejecimiento no existían, eran jóvenes eternamente por ser dioses siendo siempre todos los monarcas casi iguales físicamente. La mayoría de las veces estaban provistos de barbas falsas que eran la mera identificación del difunto con el dios de los muertos y del mundo de ultratumba, Osiris.

A medida de que Egipto era invadido por extranjeros la cultura faraónica fue perdiendo su vigor inicial. Durante el periodo saita las momias ya no eran embalsamadas como se acostumbró anteriormente a hacerlas, de hecho, ya no eran embalsamadas. Los muertos eran disfrazados de momias, ni siquiera sus órganos internos eran sacados del cuerpo. Los vasos canopes sin embargo, aún eran utilizados pero solamente de una forma simbólica.

Durante la época grecorromana, por ejemplo, el dios Anubis al igual que otros dioses, fue transformado pictóricamente. Se convirtió entonces en una combinación del antiguo arte egipcio y el clásico arte griego.

Incluso las acostumbradas máscaras funerarias se dejaron de utilizar. En su lugar, durante la época grecorromana, fueron pintados sobre las momias los primeros retratos realistas de toda la historia. Ejemplo de ello es la momia de Artemidoro donde el exterior de su sarcófago está decorado con imágenes de dioses como Anubis y Horus. Sobre estos motivos, se encuentra pintada la cara de Artemidoro en el estilo romano donde incluso el difunto lleva puesta una corona de laureles. Se pensó en ese entonces que el espíritu de la momia reconocería fácilmente el cuerpo que había habitado. Otras veces, como la momia de un niño, era pintado en cuerpo entero a tamaño natural.


Máscara de momia romana con
decoraciones egipcias.
 

Una nueva y lucrativa industria

Como ya es costumbre, se constata que el más allá y la vida eterna se convirtió en uno de los más grandes negocios de la antigüedad. Según la religión de estos pioneros de la sabiduría humana, no podía existir una vida después de la muerte si no era conservado el cuerpo que una vez había sido habitado por el individuo. De tal forma, al precio que fuese, había que preservar el cuerpo del difunto a través de la momificación.

Los costos de la momificación eran muy elevados y no todos podían pagarla porque en mucho de los casos estaba fuera del alcance económico de los comunes. La gran mayoría de las veces, los que habían pagado el tributo económico para tener derecho a ir al mundo de los muertos eran los faraones, reinas, princesas y funcionarios.


Momia de un gato
egipcio.

El proceso de la momificación era bastante atareador y la calidad de los resultados dependía en gran medida de lo que el difunto o sus familiares podían pagar. Existen gran número de momias dispersadas alrededor de importantes museos del mundo y entre una momia y otra se constata la habilidad o intención en hacer un buen o mediocre trabajo por parte de los embalsamadores. Esto se ve incluso entre las momias de los faraones que han sido encontrados y que hoy en día se encuentran expuestos en salas museísticas a la vista de millones de turistas que asoman sus curiosas cabezas para conocer a los hombres más poderosos de la antigüedad.

Claro está que también el arte de la momificación tuvo sus grandes fraudes y que hoy en día, gracias a la tecnología, son descubiertos. Resulta que no solamente las personas eran embalsamadas, también se acostumbró la momificación de los animales como el ibis que representaba al dios Toth, el halcón como imagen de Horus, los cocodrilos y hasta los toros.

El cementerio más grande que se ha encontrado es justamente de animales. En realidad, este se trata de un mausoleo. En este lugar en Egipto fueron depositados millones de momias de animales como el halcón y el ibis. Estas momias eran vendidas a los fieles para recibir las bendiciones de los dioses.

Con recientes estudios llevados a cabo en salas de rayos x se demostró que gran parte de estas supuestas momias están vacías, es decir, exteriormente se ven como una común momia de halcón según varios de los casos, pero al ser radiografiadas no se ven los huesos del ave queriendo decir esto que dentro de ellas no hay nada. Esto se repite una y otra vez en estas falsas momias que fueron vendidas como autenticas a feligreses ignorantes del multimillonario fraude; las momias falsas no merecían las bendiciones de los dioses.

Por otra parte la gente común siempre llevaba la gran desventaja en la carrera contra el tiempo y la lucha por la inmortalidad. Los altos costos de la momificación no eran los únicos gastos necesarios para la vida en el más allá. La momia debía tener una tumba donde pudiese habitar y las antiguas fosas en las arenas del desierto no eran la solución. Toda momia debía ser provista de una tumba y de las pertenencias que pudiese necesitar en su vida eterna.

El vandalismo amenaza a la vida eterna

Las momias siempre, desde el comienzo de la historia egipcia, se han visto amenazadas por multitudes de factores de diferentes índoles. En los tiempos más tempranos los ladrones de tumbas asechaban los enterramientos de cualquier muerto que pudiese tener en su tumba algunos objetos de valor. Inclusive en tiempos antiguos se creía en una supuesta maldición que el difunto pudiese arrojar sobre quien irrumpiera en su lugar de reposo. La momia era una potencial amenaza para el ladrón de tumbas. La mejor forma de protegerse de todo maleficio que esta le pidiese arrojar era destruyendo a la momia de la tumba.

Por tales motivos, los antiguos faraones se vieron en la obligación de abandonar su extremadamente alta autoestima y adoptar una posición más modesta. Las grandes pirámides ya no fueron construidas para enterrar a los faraones puesto que no eran seguras. Estas eran en una analogía modernista como un gran casino en medio del desierto con llamativos avisos de luces de neón. De tal forma, los ladrones se abalanzaban sobre estas enormes construcciones y las despojaban de todos sus tesoros.

Cuando se nombra la palabra pirámide rápidamente se recuerda a Jufu -Keops en griego-, el faraón que construyó la Gran Pirámide de Egipto entre el 2589 y 2566 a.C. A él se le debe la construcción más impresionante de La Tierra -hoy la única de las siete maravillas que aún existe- e irónicamente lo único que queda de Jufu es una pequeña estatuilla de ébano de 7,6 centímetros encontrada en Abidos. Este ambicioso afán por las riquezas de los faraones es el culpable de este milenario negocio del mercado negro de antigüedades egipcias.

Incluso en nuestros días la lucha contra los ladrones de tumbas continua indeteniblemente. La historia es siempre la misma, los ladrones y otras veces los campesinos descubren una tumba y no anuncian al Consejo Supremo de Antigüedades del hallazgo. Consecuentemente se guardan el secreto y roban de las tumbas los objetos de valor para venderlos a los traficantes de antigüedades.

Hasta en el más grande descubrimiento arqueológico del siglo pasado, cuando Howard Carter encontró la tumba del rey Tutanjamón, el faraón sufrió la profanación misma. Para empezar, varios objetos fueron sustraídos ilegalmente de la tumba por Carter y Carnarvon. Uno de los objetos que no pudieron ser sacados del lugar es un busto con la cabeza del rey emergiendo de una flor de loto. Este no había sido catalogado y pasado por alto en el inventario por lo que se cree que hubo exactas intenciones de robarlo. Carter alegó haberlo olvidado.

Pero no solamente estos objetos fueron objetivo de la fiebre esquizofrénica por la posesión de antigüedades. Aunque no existía ya la intención de sacar más objetos de la tumba, era el momento de abrir el sarcófago de la momia del rey. Después de abrir el ataúd exterior de granito rojo y consecutivamente los siguientes dos sarcófagos de madera laminada en oro y un tercero de oro macizo, se encontraron con la momia del rey con la extraordinaria máscara de oro exhibida hoy en el Museo del Cairo.

La momia se encontraba pegada al sarcófago de oro por lo que una terrible determinación fue tomada para sacarlo del mismo. La momia del joven rey Tutanjamón fue cortada en sus extremidades y sacado de su sarcófago a pedazos. Hasta la máscara de oro fue arrancada de su rostro con cuchillos calientes para facilitar la separación entre la cara de la momia y la máscara. Consolablemente para el rey y aunque no repara en nada el daño sufrido, la momia del profanado Tutanjamón continua hoy en su tumba por arreglos de Howard Carted. Hasta que no se encuentre otro sepulcro en el Valle de los Reyes con una momia dentro de ella, se puede decir que Tutanjamón es el único faraón del valle que aún permanece enterrado en su tumba.


Momia mutilada de Tutanjamón

Afortunadamente, casi la totalidad de los egipcios respetan y defienden su pasado y trabajan para que la cultura faraónica sea preservada para siempre y el gobierno hace grandes esfuerzos por evitar que estas historias sean repetidas.

Momias: ciencia, arte y materia prima

Las momias también fueron víctimas de la ignorancia popular. Incluso hasta hace pocos cientos de años, una ola de fetichismo arropó a Egipto cuando se pensó que los cuerpos momificados de los antiguos egipcios tenían propiedades curativas. Las momias eran vendidas por los mercaderes en calidad de medicinas. Un trozo molido de momia egipcia servía para curar múltiples males. El negocio dio tan buenos resultados que la demanda superaba la oferta de momias curativas y se hicieron falsificaciones de momias modernas haciéndolas pasar por antiguas. Las momias llegaron a ser utilizadas inclusive como pigmento marrón para pintura artística moderna.

Al menos las momias no han sido utilizadas exclusivamente con fines destructivos, también han sido utilizadas con fines científicos y obviamente en el estudio de las enfermedades que sufrieron los pueblos del pasado.

Las momias son un testimonio de como era la vida en el antiguo Egipto y a través de ellas se puede saber la edad del difunto, a través del estudio de sus dientes se puede conocer la dieta diaria en el pasado. También a través de los dientes se puede revelar a que edad murió la persona. Se puede extraer ADN de las momias para establecer parentescos entre las familias del pasado ayudando enormemente a la reconstrucción cada día más exacta de las dinastías faraónicas. Por ejemplo, se podría responder la pregunta que algunos egiptólogos tienen sobre la procedencia y paternidad de una de las más hermosas mujeres de la antigüedad, Nefertiti, cuyo busto policromado permanece hoy en el Museo de Berlín en Alemania.

Protegiendo a las momias

Al hablar de momias lo primero que pasa por la mente de la mayoría de las personas es a uno de estos personajes con algunas de sus vendas casi sueltas en su pirámide. A decir verdad, el término momia y pirámide ha sido monopolizado por la cultura egipcia. Al escuchar estas dos palabras lo primero que viene a la mente de una persona es un sinfín de iconografías relacionadas con el antiguo Egipto. Sin embargo, no solamente en Egipto se han encontrado pirámides, en Centro y Sur América también las hay.

Las momias tampoco son exclusivas del pueblo egipcio de la antigüedad. En Perú por ejemplo, se han encontrado momias, y también en China. Lo que no se puede negar es que Egipto es el país de las momias y pirámides por excelencia ya que esta cultura se dedicó desde su más temprana época a la búsqueda de la inmortalidad, esta no siendo posible si no se contaba con un buen lugar que le permitiera al difunto proteger y conservar su momia de cualquier peligro inminente.

Todas las pertenencias que los muertos necesitaban para su mejor vida en el reino de los muertos eran contradictoriamente, la principal amenaza contra la lucha por alcanzar la inmortalidad. Si los muertos hubiesen sido enterrados sin ningún objeto de valor, estos nunca hubiesen sido víctimas de los saqueos de tumbas. Pero ya que para la otra vida había que llevar consigo las más preciadas propiedades había que buscar la forma de esconder muy bien la tumba para proteger a la momia y sus pertenencias.

Alrededor del año 1000 a.C los sacerdotes se vieron en la obligación de entrar en las tumbas de faraones, reinas y princesas entre otras personalidades para llevar sus momias a lugares más seguros donde no fuesen profanados. Esta terrible ola de saqueos les hizo preparar escondites donde todas las momias podrían pasar a la eternidad sin ser amenazadas por los ladrones de tumbas.

El primero de estos escondites, el DB320, fue encontrado en el año 1870 de muestra era en Deir el-Bahari por tres hermanos pero no fue hasta 1881 que los egiptólogos pudieron dar con el lugar. Este escondite guardaba en secreto las momias de cuarenta personas incluyendo a un buen número de faraones. Las momias encontradas fueron:

Faraones:

Amenhotep I

Amosis I

Pinedyem I

Pinedyem II

Ramsés II

Ramsés III

Ramsés IX

Sekenenre Taa

Seti I

Siamun

Tutmosis I

Tutmosis II

Tutmosis III

 

Reinas:

Amosis Henuttimehu

Amosis Inhapi

Amosis Merietamun

Amosis Nefertari

Amosis Sitkamose

Henutauy

Makare Mutemhet

Nesjons

Nodyme

Taueret

 

Principe:

Amosis Sipair

 

Princesas:

Amosis Hentempet

Isimjeb

Nestanebtishru

Sitamón

 

Hombres, mujeres y personajes no identificados o de identidad dudosa:

Bakt (mujer)

Dyedptahefonj (hombre)

Masaharta (hombre)

Rai (mujer)

Momia de identidad dudosa (¿reina Tetisheri?)

Siete momias no identificadas


Momia de Amosis I

 

 


Momia de Ramsés III

 

 


Momia de Seti I

 

 


Momia de Tutmosis II

 

 

Un segundo escondite en el Valle de los Reyes, la tumba VR35 de Amehotep II, guardaba dieciséis momias que fueron descubiertas en el año 1898 de nuestra era. Las momias encontradas fueron:

Faraones:

Amenhotep II

Amenhotep III

Mineptah

Ramsés IV

Ramsés V

Ramsés VI

Seti II

Siptah

Tutmosis IV

 

Personajes no identificados o de identidad dudosa:

Tiy (¿la reina?)

Seis momias no identificadas


Momia de Amenhotep II

 


Momia de Amenhotep III


 

La momificación en 20 pasos

El proceso de momificación es muy meticuloso y algo complicado. Gracias a algunos registros antiguos se conoce como se realizaba este proceso y la duración del mismo que en un total abarcaba setenta días.

Para hacer una momia se deben seguir los pasos a continuación:

  1. Se acuesta al difunto sobre una mesa y lo primero que se debe hacer es sacar del cuerpo todos los órganos que tienen un acelerado proceso de descomposición. Para empezar y con todos los instrumentos a la mano, se toma un largo gancho en forma de garfio que se introduce por la nariz.

  2. Con un mazo se golpea el extremo del gancho para que atraviese el cráneo, justo detrás de los ojos.

  3. Para continuar se procede a agitar el gancho para que el cerebro sea despedazado y consecuentemente licuado.

  4. Luego, se continua extrayendo el cerebro por la nariz hasta que la cavidad craneana quede vacía.

  5. Después de haber sacado el cerebro del cráneo se cambian los instrumentos quirúrgicos por un pincel, tinta y una afilada piedra para cortar.

  6. Al difunto se le dibuja debajo de su costilla izquierda una línea que sirva de patrón para la incisión.

  7. Otro de los embalsamadores procede a cortar la carne del difunto en el lugar anteriormente indicado y se retira corriendo mientras es embestido de piedras arrojadas por los demás embalsamadores.

  8. Uno de los restantes embalsamadores retira del cuerpo a través de la incisión las vísceras como los intestinos, hígado y estómago.

  9. Estos deben ser embalsamados por separado y depositados en los cuatro vasos canopes. El corazón no debe ser tocado y es dejado en su lugar. Los antiguos egipcios pensaban que en el corazón residía el pensamiento y la inteligencia del hombre.

  10. Luego, el cadáver debe ser lavado por dentro con vino de palma para que quede limpio.

  11. Todo el espacio que queda vacío dentro del cuerpo debe ser rellenado con natrón o con otros materiales como las especias a excepción del incienso. También los ojos pueden ser rellenados o se le pueden colocar a la momia ojos falsos.

  12. Después de hacer el relleno se cierra la abertura y el cuerpo debe ser untado de aceites.

  13. Uno de los aspectos más importantes del proceso sigue a continuación. El cuerpo del difunto es sumergido en natrón para que el cuerpo pierda toda su humedad impidiendo así que haya cualquier proceso de putrefacción.

  14. Es preciso aprovechar en escoger la posición de los brazos del difunto. Se les puede dejar cruzados a la altura de la cintura o se les puede entrecruzar sobre el pecho.

  15. Seguidamente y después de sacar el cuerpo del natrón, se limpia y se unta con aceites nuevamente. Antiguamente se creía que el tipo de sustancia que se le untaba al cuerpo era la llamada mumya. Esta asociación se hizo al ver que las momias eran de aspecto casi negro, tal como la sustancia en cuestión. Por ello se le llamaron a los cuerpos momificados momias.

  16. Ya casi a punto de terminar el proceso de momificación se procede a vendar con extremo cuidado al difunto con lino para que la momia conserve su forma.

  17. A medida que se envuelve al cuerpo se van haciendo inscripciones sobre los vendajes y se depositan amuletos mágicos que serán sellados dentro de los vendajes con la resina para que definitivamente estos queden adheridos.

  18. Sobre el pecho se coloca un escarabajo mágico con la formula mágica para que el corazón no le contradiga al muerto en el juicio frente a Osiris.

  19. Ahora es preciso hacer el ritual mágico de la apertura de la boca para que el difunto quede habilitado para defenderse en el más allá. Su aliento volverá a la vida y podrá pronunciar palabras para que haga la confesión negativa frente a los 42 dioses en la corte de Osiris. El ritual de la apertura de la boca se realizará frente a réplicas del difunto que serán veneradas posteriormente y que custodiarán a la momia.

  20. Después de todos estos pasos ya está lista la momia para ser depositada en su sarcófago. No se debe olvidar poner junto a la momia una copia del libro de los muertos para que le sirva de guía en el más allá.

Las momias han sido uno de los más importantes símbolos representativos del antiguo Egipto y la fascinación que ellas despiertan en las personas las han hecho protagonistas de multitudes de dibujos animados y hasta de grandes producciones de Hollywood. Todo aquel que se interesa por la historia de la civilización egipcia, e incluso quienes no se interesan tanto, han sentido al menos una vez en su vida la curiosidad de poder estar, frente a frente, con alguno de estos antiguos personajes vendados que sin duda alguna ganaron la carrera contra el tiempo y alcanzaron la inmortalidad. Una antigua creencia egipcia dice "mientras el nombre del muerto siga siendo pronunciado, este seguirá vivo por toda la eternidad".

Este artículo puede ser leído en:

N° 9. Enero 2003
Ed. Grupo Megamultimedia