Akhenatón: historia de un idealista

Tal vez para muchos amantes de la Egiptología este nombre les sea conocido, pero lo cierto es que para la gran mayoría de la gente es más conocido su hijo y yerno: Tutankhamón.


Foto #1: Akhenatón
adorando a Atón

Amenhotep IV, que en egipcio significa: “Amón está complacido”, implantó el monoteísmo por un periodo de unos 17 años, fue fuertemente criticado por los sacerdotes de la época, acostumbrados a adorar a una multitud de dioses y por el pueblo en general que estaba muy confundido al no comprender las nuevas tendencias del faraón.

 

Por eso haré una revisión de los hechos del pasado y que en un momento dado repercutieron en todo Egipto con una rebelión jamás sospechada.

  

Foto #2: Estatua
   de Akhenatón

Akhenatón era hijo de Amenhotep III y de la reina Tii, que no tenía sangre real pero era una mujer muy ambiciosa. Akhenatón fue el menor de 6 hijos, casi no está patente en su infancia ya que no aparecía en los retratos de familia, en los grandes monumentos de la familia real, probablemente por su extraño aspecto. No es mencionado en ningún documento de la época. Mientras que sus cuatro hermanas eran reconocidas con importantes títulos y su hermano Tutmosis, por otra parte, era condecorado con el título de sumo sacerdote de Amón, Akhenatón estaba siendo claramente aislado. Las imágenes que han llegado hasta nosotros en estatuas y bajorrelieves- que datan de la época de su reinado-  nos lo representan con un cráneo de forma extraña, bastante alargado y calificado por algunos autores de hidrocéfalo. En realidad lo que tenía era una platicefalia en su parte superior y una notable protrusión del occipital. Tenía la naríz muy prominente, la frente deprimida, los ojos muy grandes, almendrados, la mirada dulce y soñadora, los labios gruesos. El mentón notablemente alargado, saliente, adaptado a un cuello delgado y largo. Según algunos estudios realizados, padecía tuberculosis y epilepsia. Las mal formaciones de su cuerpo y sus peculiares rasgos, también nos llevan a deducir que podría haber padecido una enfermedad genética, el Síndrome de Marfan, una teoría muy probable al comparar su anatomía con la de los pacientes que tienen esta enfermedad y sabiendo que los faraones practicaban el incesto para conservar la sangre real, lo que aumenta las probabilidades de contraer una enfermedad genética al manifestarse los genes recesivos.


Foto #3: Retrato de
Akhenatón

Tal vez el pequeño niño fue un rechazado por su apariencia o por presentar extrañas ideas y no se le dejaba acudir a las ceremonias religiosas. Los faraones y el pueblo ofrecían cuantiosos tributos, mientras que todas las noches los sacerdotes de todo Egipto adoraban a los dioses; el país estaba pasando por una época de apogeo, de esplendor y prosperidad, y aquello debía agradecerse a los dioses y pedir porque aquella paz y magnificencia durara por mucho más tiempo. Al no poder acceder a las ceremonias lo que se perdía era sencillamente impresionante, todas las noches se efectuaban ceremonias por todo lo alto en honor de los dioses antropomorfos, lo habitual antes de que Amenhotep IV implantara su forma de pensar monoteísta. 

¿Cómo es posible entonces que el menor de los hijos del faraón, el rechazado, se convirtiera en faraón?

 Se barajan algunas hipótesis: Una es que Amenhotep III quiso quizás satisfacer una venganza personal y su rencor contra el clero que no quería reconocer su matrimonio con la reina Tii, a la que rechazaba; y por lo tanto llevar a cabo una reforma religiosa para restarle poder al clero, pero la muerte interrumpió sus planes y Amenhotep IV llevaría a cabo el deseo de su padre. Otra hipótesis es que en los últimos años de su vida, Amenhotep III padeció grandes dolores en las encías y caída de los dientes producto de comer todos los años pan egipcio que era tratado con piedras -todos los granos de Egipto eran molidos de esta forma- entonces los residuos de arena quedaban dentro del pan y esto a la larga era nefasto para la dentadura, puesto que la rompía y dañaba las encías, produciendo su posterior gingivitis. Entonces como el faraón no estaba en condiciones de gobernar, su esposa asumió el cargo y tomaba decisiones por su cuenta, y como ya había mencionado, ella era muy ambiciosa y quizás quería cumplir el deseo de ver a su pequeño hijo en el trono. La otra opción es, sencillamente, una mezcla de ambas. De una forma u otra, Amenhotep IV accedió al trono a la edad de 18 años y desde allí, como el hijo divinizado de los dioses y el dios en la tierra para los hombres, llevó a cabo su fugaz reforma religiosa, que para aquella época estaba demasiado adelantada, ya que en el futuro próximo sería la religión imperante en todo el planeta. Entonces cambió su viejo nombre de Amenhotep al de Akhenatón, que significa: “sirviente de Atón”, según las traducciones efectuadas.


Foto #5: Busto
de Nefertiti

Ya en el poder, al tercer año de su reinado, se casó con la hija del rey de Mitani, Tadukipa, una exótica belleza oriental de 12 años que vino en una caravana de camellos, rodeada de los más grandes tesoros. Akhenatón nada más verla se enamoró profundamente de ella y le asignó un nuevo nombre en egipcio, Nefertit -“La bella que llega”- con el cual pasaría a la posteridad. Su busto actualmente es una de las muestras de arte más valiosas y conocidas de todo el Antiguo Egipto y se encuentra en la ciudad alemana de Berlín.


Foto #4: Perfiles de
Akhenatón y Nefertiti

En el quinto año de su reinado trasladó la capital al desierto, a 300 kilómetros al norte de Tebas. Esto fue producto de un viaje efectuado por Akhenatón, mientras avanzaba había visto a su dios; había visto a Atón descansar y desaparecer detrás de unas montañas. Fue entonces que interpretó esta señal como divina y decidió construir su propia ciudad: Akhetatón, “el horizonte de Atón”- hoy conocida como Amarna-. Desde allí podría ver a su padre, Atón, y rendirle homenaje lo más cómodamente posible, principalmente debido a que Tebas, aunque era la ciudad donde había pasado su infancia, no le traía recuerdos gratos.

En su apogeo la ciudad tuvo más de 10.000 habitantes. El faraón marcó con 14 estelas los límites de su futura ciudad, y en los límites de esta, mandó tallar su visión mística:

  “ Su majestad apareció en su gran carro de electra, como Atón cuando se eleva en el horizonte... Es mi Padre Atón quien me dijo que construyera la ciudad, ningún oficial me aconsejó jamás que edificara en este sitio desierto.”


Foto #6: Reconstrucción
de la ciudad de Amarna

Entonces Akhenatón junto con un grupo de seguidores abandonó Tebas y juró no regresar jamás. La ciudad se levantó en pocos meses con soberbios palacios y un inmenso templo dedicado a Atón. En pleno desierto surgieron patios, jardines, estatuas reales y residencias de sacerdotes y dignatarios; un barrio designado a los artesanos e incluso edificios para la política. Durante 17 años el corazón de Egipto latía allí.

Es muy claro que el faraón estaba decidido a reformar por completo el tradicional estilo de vida de Egipto y para demostrarles el poder del que gozaba el faraón que incluso se rebeló contra los poderosos sacerdotes, transcribiré el discurso que Akhenatón dio a los egipcios ante la Corte y a los altos dignatarios del Imperio:

 “¡Egipcios! Desde que llevo esta corona estoy sometiendo a revisión todo lo existente en nuestro país. Nuestro pueblo se halla prisionero de la idolatría y rinde homenaje a un ejército de dioses sujetos a Amón, cuyo sumo sacerdote es Bekancos. Pero yo declaro que no hay ninguna divinidad que quiera ser honrada con sangre, muerte y sacrificios. Apartaos del culto de los dioses. Sólo hay un Dios que se halla por encima de todo y que rige nuestros destinos: ¡Nuestro dios Atón! Dios es el Sol, el Sol mismo, que da vida a todas las cosas. Abjurad al dios Amón y de sus ídolos y seguid mi doctrina. Seamos iguales todos los hombres antes de que la muerte nos iguale. Las escuelas de sacerdotes serán cerradas. Los sacerdotes no fueron nunca servidores de Dios. Sus doctrinas son erróneas y hay que apartarse de ellas. Cerraré todos los templos de Amón que son fuente de ingresos para los sacerdotes. Me incautaré todos sus astilleros y buques, de sus talleres y canteras, de todas sus tierras y graneros y de todo el ganado, que en su afán de dominio han llegado a formar un estado dentro del estado. Los sacerdotes podrán ser ahora demandados y llevados ante los Tribunales”.

Modificación del Arte


Foto #7: Akhenatón
observando a una de
sus hijas

Akhenatón y su esposa Nefertiti inspiraron un arte original y nuevo: curioso alargamiento de los cráneos, vientre abultado, cuellos alargados y ojos almendrados, igual que las características físicas del joven faraón. Las obras expresaron ternura y espontaneidad. Se mostraba a la familia real en escenas íntimas, besándose, acariciando a sus hijas en el palacio... esto era algo nunca visto y el pueblo se escandalizó. No entendían el porque del cambio, pero Akhenatón quería mostrarse tal como era y no ocultar nada a su pueblo. Ahora él aparecía en todas las paredes de los templos adorando a Atón; la vida de su infancia había cambiado considerablemente: antes él no figuraba en ninguna parte y ahora él era el líder en el culto a su dios.

 Pero antes de instaurarlo en su propia ciudad, hizo un importante aporte al templo de Karnak, desde allí se comenzó a visualizar la gran rebelión del joven faraón. En el templo ya no se veía al faraón haciendo ofrendas a multitud de dioses, tampoco montado en su carro de batalla guerreando contra sus enemigos... nada de lo habitual estaba plasmado allí; por el contrario se veía a la familia real con un dios casi desconocido: el disco solar. Esto se debía a que la nueva religión monoteísta se basaba en el amor, la fraternidad, la paz, que debían subsistir a la guerra, la superstición, la hechicería y la idolatría. Una de las razones de la incomprensión del pueblo era que el nuevo dios era una abstracción, la gente estaba acostumbrada a ver y adorar a dioses antropomorfos -con cuerpo de hombre y cabeza de animal-, y el sol ni siquiera tenía sexo; era un dios tanto femenino como masculino, padre y madre de todo lo creado. Esta puede ser una de las razones por la que tanto hombres como mujeres eran presentados con busto y caderas, como Akhenatón; si él fue realmente como las estatuas y los grabados de los templos es un misterio. Más adelante expondré las razones.


Foto #8: Relieve de
Horemheb en Saqqara

Las modificaciones que Akhenatón llevó a cabo en el arte influenció a posteriores gobernantes; uno de ellos fue el general Horemheb, último faraón de la dinastía XVIII. Su primera tumba en Saqqara contiene unos relieves maravillosos impregnados de una sensibilidad muy próxima a la de los artistas de Tell-el-Amarna. Era retratado con grandes joyas de oro cubriendo su cuerpo, de forma circular, que recuerdan a la forma de representar al dios Atón.

 Continuemos con las impresiones causadas en las personas. Los sacerdotes estaban indignados con Akhenatón, puesto que si sólo había un dios para adorar ellos quedarían sin trabajo, ya que no habría la gran lista de deidades como antes, en la que para cada cosa y para cada ocasión se tenía un dios particular a quien recurrir. Por otro lado los artesanos que hacían amuletos y estatuillas de dioses para casas y palacios ya no se nutrirían, el negocio se había acabado, ya nadie compraría estatuas de dioses que habían quedado obsoletos. Algo así como la moda, los que más la siguen desechan lo de antes y quieren siempre estar a la última, algunos más otros menos, pero todos la siguen al fin y al cabo, porque todos nos vestimos; así pasaba en el Antiguo Egipto, la religión era una realidad vital en todo el país y todos eran profundamente devotos.

 El arte era un tanto extravagante para lo que siempre se había visto, éste apenas había cambiado a lo largo del tiempo puesto que se concebía para la eternidad, todo debía estar perfecto y en su sitio, los artistas debían captar la mejor postura del faraón y si no era muy agraciado, qué importa, ellos lo mejoraban, después de todo la otra vida era mucho mejor que ésta, como se deja patente en papiros y pinturas de la época. Pero a Akhenatón no le importaba la belleza exterior, creo que él tenía un muy buen corazón. Prueba de esto es que él y su esposa Nefertiti arrojaban al pueblo joyas de oro y otros presentes a aquellos que querían honrar desde el balcón de su palacio llamado “la ventana de las presentaciones”. No cabe duda que Akhenatón era un faraón totalmente diferente a los demás, él se daba al resto, era sincero, y conservaba su alma de niño. Su infancia la había pasado aislado del mundo, bajo las paredes del palacio de su padre -que por cierto era completamente diferente del suyo propio, el de Akhenatón no tenía techo para que los rayos del Sol bañaran y llenaran de vida su hogar- y no conocía el sentir de la gente, en otras palabras era un idealista incomprendido.

 


Foto #9: Akhenatón retratado como esfinge

Algo más comprensible pero igualmente extraño era la afición del faraón de pasar horas y horas bajo el ardiente sol de Egipto, y a la fuerza debía ir con todo su séquito y con algunos hombres de su ejército. La explicación es que el sol era su dios y quería estar siempre con él, y la otra la podemos encontrar en sus enfermedades. Si es que realmente padecía tuberculosis y para que la enfermedad no se siguiera expandiendo era preferible estar en un ambiente caluroso y con luz en vez de uno húmedo, oscuro y no ventilado donde los microrganismos se multiplicarían considerablemente.

Producto de esta afición los hombres regresaban a sus casas con serias quemaduras en la piel. Existe una carta dirigida a Akhenatón remitida por un rey de Asiria: “¿Por qué a mis mensajeros se les deja parados bajo el calor del sol?, morirán calcinados bajo los rayos del sol. Si al rey le hace bien estar bajo los rayos del sol... que se quede allí y muera calcinado.”

 Junto con el particular arte de Akhenatón se destaca un hermoso poema escrito por él dedicado al disco solar, que se titula Himno al sol y el cual a continuación expondré traducido al español (éste aún conserva la hermosura de su rima): 

Himno al Sol

Tú que esparces tu hermosura

Sobre la esfera celeste,

Tú que a todos les das vida

Divino Disco Viviente.

Cuando derramas tus luces

Sobre el paisaje de oriente

Llenas toda de bondades

La Tierra de Este a Oeste.

Cuando majestuoso y bello

Te alzas sobre lo celeste

Tus resplandores circundan

Todo el universo ingente.

Tú a todos has domesticado

Con tu amor magnificente

Cuando tus rayos se alejan

Del horizonte terrestre.

 

El final de un período

Akhenatón estaba tan feliz con su familia, compuesta por seis hijas, su primera esposa Nefertiti, su corte, su palacio, su propia ciudad, y lo más sublime para él, su dios Atón que lo amaba y lo quería más que a nadie en el mundo, que se despreocupó de los deberes políticos y Egipto entró en la decadencia. Ya no había alimento, el ejército egipcio, conquistador y temido que era antes, ahora se encontraba debilitado, los países extranjeros ya no enviaban su tributo a Egipto y los reyes del Líbano y Siria escribían cartas comunicando que no se les respetaba. Su posición era difícil, puesto que se encontraban alejados del corazón del Imperio. El rey Revoti, de Siria, escribió al faraón pidiendo refuerzos porque veía una posible invasión sobre su territorio. Nunca obtuvo respuesta. Entonces la dominación de Egipto sobre el Oriente empezaba a debilitarse. Comenzó a vislumbrase el ocaso. Desde este momento el período que se vivió es a mi juicio más confuso que la misma reforma. Al parecer, los países sometidos se sublevaron, las tropas de ocupación regresaron y con ellas la lacra de los gobernantes, virreyes y burócratas.


Foto #10: estatua de
Akhenatón

Un grupo de gente que se oponía al cambio realizado por Akhenatón, se unieron e incluso contrataron mercenarios de Nubia y Siria declarando una Guerra Santa. Empezó entonces una sangrienta lucha. Akhenatón casi no tenía el poder. Todos los que un día creyeron en él y en sus palabras ahora le habían dado la espalda. Entonces sólo estaban a su lado su hermosa esposa Nefertiti, sus hijas y su amado Atón.

El odio de los sacerdotes a la persona del faraón era evidente. Akhenatón murió envenenado por quien creía uno de sus hombres de confianza, su propio médico de cabecera. Las últimas palabras del faraón fueron:

“El reino de lo eterno no tiene sitio dentro de los límites de lo terreno. Todo será como era antes. El terror, el odio y la injusticia volverán a gobernar el mundo y los hombres tendrán que volver a sufrirlo. Hubiera sido mejor para mí no haber nacido nunca pues así no hubiera visto cuánta maldad hay en la tierra.”

Respecto a la fecha de muerte de Akhenatón hay dos versiones. Hay quienes creen que él murió primero y que dejó a Nefertiti sola al mando del gobierno, no obstante, después de la muerte de Akhenatón ya no se menciona más a Nefertiti, por lo que se cree que puede haberse cambiado el nombre, o también que correinó con Smenkhare, su hijastro.

La segunda versión es la del temprano fallecimiento de su más querida esposa Nefetiti y posteriormente la de su segunda esposa Kya. Entonces le sigue la muerte del ahora solitario faraón, en el décimo sexto año de su reinado.

Apenas muere Akhenatón, los poderosos sacerdotes borran su nombre y destruyen el templo a Atón y todos los vestigios del culto a éste. Incluso le cambiaron el nombre a su hijo Tutankhatón por el de Tutankhamón. Por esta razón es que existen períodos de su vida que se nos hacen tan confusos y en los que la interpretación de los hechos corre por parte de los historiadores.

Después de su muerte él debió haber sido embalsamado, a pesar de haber sido odiado por la casta sacerdotal él seguía siendo el faraón, el hijo del dios en la tierra y por lo tanto tenía poderes después de la muerte y los sacerdotes y embalsamadores debían procurar el paso seguro a la otra vida. Como las pirámides atraían a los ladrones de tumbas desde hacía un tiempo se habían trasladado las tumbas a lugares bajo tierra como el Valle de los Reyes.

La pregunta es: Si las inscripciones de Akhenatón fueron borradas y arrancadas de todos lados, incluso de su tumba... ¿Tenemos la certeza de haber encontrado su tumba? La verdad es que no. En enero de 1907, fue hallado en Egipto, en el Valle de Amarna – tumba 55- un sarcófago hermoso, con incrustaciones de cristales y piedras semi-preciosas. El detalle, la cara esculpida en el sarcófago estaba cincelada y el cartucho que contenía el nombre del faraón había sido arrancado. Bien, este es un buen indicio para tener una referencia de nuestro faraón, aún así el cuerpo está adentro y por lo tanto debemos verlo para dar un diagnóstico acertado. Eso fue lo que hizo el arqueólogo Theodore Davis y sus compañeros cuando descubrieron el ataúd. Llenos de emoción retiraron la tapa pero el cuerpo del faraón se desintegró y los huesos junto con las vendas fueron a dar al fondo del sarcófago, y también junto a una lámina de oro que parecía tener escrito el nombre de Akhenatón. Cerca de la tumba se encontraron imágenes de Akhenatón adorando a su dios y el nombre de su madre, la reina Tiy. Además la forma de los huesos eran semejantes a las estatuas del faraón, los huesos de la cara eran alargados y la pelvis era ancha. Hoy aquel sarcófago se considera perteneciente al faraón monoteísta, aunque también existe la posibilidad de que sea de su hijo Semenkhare.


Foto #11: Sarcófago de Akhenatón

Recientemente el titular de un periódico me llamó la atención: “Sarcófago de Akhenatón se va a Egipto”. La noticia anunciaba que en el año 2002 retornará la parte inferior del sarcófago de Akhenatón, ya que desde 1980 estaba resguardada en el sótano del Museo de Munich. Se cree que fue robada del Museo de El Cairo entre los años 1915 y 1930.  

La parte inferior del sarcófago fue restaurada y será exhibida en Munich hasta Enero del 2002 para luego regresar a El Cairo.

La vida de Akhenatón es apasionante, cuya vida hasta nuestros días da que hablar, además nos hace reflexionar sobre el aspecto central de su reinado: el monoteísmo, que fue la religión que el propuso hace 3300 años y que hoy se practica en todo el mundo; con seguridad habría sido reconocido actualmente como uno de los principales adoradores de Dios.

 

Dedico éste artículo a mis padres y hermana, a todas las personas que llevan a Egipto en su corazón y a Venezuela Egiptológica por fomentar y estimular la difusión de los estudios sobre el Antiguo Egipto.

 

Bibliografía: 

  • López Reyes A y Lozano Fuentes J M. “Historia Universal”. Ed.: C.E.C.S.A.. 3ª Edición. México, 1972.

  • Jonson Paul “Antiguo Egipto” Ed.: Grupo Zeta, 1ª Edición. Gran Bretaña, 1999

  • Marbán Escobar E. “Historia Antigua y Media” Ed.: Minerva Books Ltda. 14ª Edición. EEUU, 1965

  • Reverte Coma JM. “Enigmas: La maldición de los Faraones”  Ed.: Espacio y Tiempo S.A. 1ªedición. España

  • “Gran Historia Universal Larousse” Ed.: Santiago Ltda. Chile, 2001

  • Revista “National Geographic”. Abril 2001

  • Revista “Muy Interesante”, n º 170, Septiembre 2001

  • Menu Bernadette. “Ramsés II, soberano de soberanos”. Ediciones B, S.A., 1ª Edición. España, 1998

 

Procedencia de las fotografías

Foto #1: Akhenatón adorando a Atón. Extraído del Libro “La maldición de los faraones”.
Foto #2: Estatua de Akhenatón. Extraído de “Venezuela Egiptológica”.
Foto #3: Retrato de Akhenatón. Extraído del libro “La maldición de los faraones”.
Foto #4: Perfiles de Akhenatón y Nefertiti. Extraído del libro “La maldición de los faraones”.
Foto #5: Busto de Nefertiti. Extraído del libro “Antiguo Egipto”.
Foto #6: Reconstrucción de la ciudad de Amarna.( en rojo, templo dedicado al dios Atón, en el centro; y el Gran Palacio, al orilla del agua.). Extraído de National Geographic.
Foto #7: Akhenatón observando a una de sus hijas. Extraído de la revista “National Geographic”.
Foto #8: Relieve de Horemheb en Saqqara. Extraído del libro “Ramsés II, soberano de soberanos”.
Foto #9: Akhenatón retratado como esfinge. Extraído de la revista “Muy Interesante”.
Foto #10: Estatua de Akhenatón. Extraído de Internet
Foto #11: Sarcófago de Akhenatón. Extraído de la revista “National Geographic”.

Autora: Carolina Leal Werner