El Imperio Nuevo es bien conocido por sus faraones y sus grandes obras, es el momento en que Egipto tuvo –al igual que en el Imperio Antiguo- las más imponentes construcciones de todo el mundo. Durante la XVIII Dinastía del Imperio Nuevo, en el 1386 a.C., Egipto gozaba de la mayor riqueza registrada en la historia y de hecho, se reafirma que Amenhotep III fue el hombre más adinerado del mundo antiguo.
El nacimiento de Amenhotep IV
Hijo de Tutmosis IV, Amenhotep III era esposo de la reina Tiy y padre de tres princesas y dos niños. Al primogénito varón se le dio el nombre de Tutmosis y por tradición debía ser el sucesor en el trono de Egipto. Al otro príncipe se le dio el nombre de su padre convirtiéndose en Amenhotep IV –1350-1334 a.C.-. Según muchos estudios documentales que se han hecho se cree que el joven Amenhotep IV era un chico que muchas veces no era tomado en cuenta en la corte y en las ceremonias religiosas.
Cabeza de una estatua de Ajenatón |
Esto se hace realmente evidente cuando en los frisos de las paredes de los monumentos se ve excluido este personaje en las actividades que normalmente debería estar participando junto a los demás miembros de la familia real.
No hay duda de que el joven Amenhotep IV, a pesar de haber sido excluido en muchas de las ceremonias más importantes, era un niño muy querido. No se tiene conocimientos por falta de evidencias del por qué no era tomado en cuenta al principio de sus años para tales protocolos lo que da lugar a muchas e interminables especulaciones por parte de los investigadores.
El príncipe Tutmosis murió antes que su padre por lo que su hermano menor, Amenhotep IV, debería tomar sus responsabilidades y lugar ante el Imperio egipcio. Después de haber sido poco tomado en cuenta, era el principal punto de atención y de consideración. Amenhotep IV no tardó en instruirse minuciosamente en todo lo requerido para su nuevo futuro pero por sobre todas las cosas, enfatizó sus estudios en el aspecto religioso ya que en Egipto la vida tanto del pueblo común como la vida de la corte faraónica estaba sumergida en la religión, especialmente en el culto a Amón, Isis, Osiris y Horus.
Ascensión al trono y primeros años de reinado
Es muy posible que poco tiempo antes de la muerte de Amenhotep III haya habido un período de corregencia entre el faraón y su hijo Amenhotep IV. Estos períodos de corregencia consistían en darle al futuro monarca la oportunidad de compartir algunas funciones propias de un faraón.
El objetivo de esta corregencia era darle una preparación más efectiva al sucesor del trono y por sus excelentes resultados fue una práctica muy común durante el Imperio Nuevo. Tales motivos dan a pensar que esto sucedió con Amenhotep VI pero las pruebas que podrían corroborarlo son insuficientes.
Aproximadamente en el año 1349 a.C. murió Amenhotep III, uno de los más grandes gobernantes de Egipto. Dejó un imperio lleno de riquezas materiales y una situación política estable. Esta prosperidad era el resultado del tradicional sistema político-militar egipcio. Todo era sencillo; el ejercito conquistaba nuevas tierras, tomaba el botín y periódicamente recibía los tributos económicos de los territorios conquistados a cambio de paz. Este sistema era la base de la economía egipcia y se enfatizó durante el reinado de Tutmosis III –1504-1450 a.C.-, el más grande conquistador militar de la historia egipcia.
Cuando Amenhotep IV toma las riendas del Imperio egipcio se dedica a concluir unas obras que su padre no logró terminar en vida y desposó a la hoy en día muy famosa reina Nefertiti. Existen dos versiones acerca del origen de esta reina; una teoría dice que vino del extranjero, específicamente de Mitani, tradicionales enemigos de Egipto.
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A simple vista se podría pensar que esta sería una simple estrategia para mantener la paz entre los dos reinos pero no existe la más mínima duda de que el amor que sentían el uno por el otro era excepcional y único, nunca visto anteriormente a juzgar por las evidencias encontradas en el Amarna. La otra teoría dice que era hija del oficial Ay. Esta última parece poco probable debido a circunstancias siniestras que envuelven a este personaje que hacen dudar de un parentesco sanguíneo entre Nefertiti y él.
Amenhotep IV y Nefertiti en sus primeros años de reinado trajeron al mundo a varias niñas, algunas de ellas además de ser princesas se convirtieron en esposas de su padre. El matrimonio entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas era muy común entre los egipcios, era una forma de mantener inquebrantable su linaje real para garantizar la pureza de los faraones-dioses.
Por tales costumbres que en su época eran los más normales y donde no existía el más mínimo concepto de incesto, Amenhotep IV desposó a varias de sus hijas. Probablemente con Kiya, una esposa secundaria, es que Amenhotep IV se convirtió en el padre de Tutanjatón.
Un cambio inesperado en la historia
La capital de Tebas, el más poderoso centro religioso del mundo antiguo estaba repleto de templos de culto a los dioses que cada monarca del Alto y Bajo Egipto construía en su honor. Generalmente si un faraón no concluía un templo su hijo lo hacía por él y luego hacía sus propios anexos o construía uno nuevo.
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Además de terminar las construcciones de su padre y siguiendo la tradición, Amenhotep IV construyó cuatro templos en Karnak que se salieron de la línea de lo tradicional por la forma en que se representaba físicamente al faraón haciendo ofrendas y al dios al que estaban dedicados dichos templos. A diferencia de sus antecesores no dedicó sus edificaciones a Amón sino a un dios poco conocido llamado Atón. En su condición inicial este dios era representado de una forma muy común, con cuerpo de hombre y cabeza de animal pero durante el reinado de Amenhotep IV se le dio una nueva forma, la del disco solar.
El escándalo por estas anomalías fue solo un comienzo, era el principio de un nuevo culto religioso que nadie esperaba y que rompió todos los esquemas dogmáticos donde finalmente la historia de la humanidad tomó un nuevo rumbo que hoy en día está presente en la mayoría de las creencias religiosas.
Aproximadamente en el quinto año de su reinado, Amenhotep IV declaró que no existía más que un único y supremo Dios, creador de la vida y de todo lo que existe. Por vez primera en la historia se declara y manifiesta el monoteísmo. Los antiguos dioses como Amón, Isys y Osiris fueron abolidos y sus templos cerrados y abandonados. Solo existía Atón y a diferencia de los antiguos dioses, éste estaba lleno de amor para sus hijos, los hombres.
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Ya no existían dioses ansiosos de castigar a las personas, intimidarlas u oprimirlas, dioses a los que solamente los sacerdotes tuvieran acceso. Atón estaba en el cielo y sus rayos bendecían a todo lo que tocaba, Atón era para todo el pueblo de Egipto.
Otro cambio importante fue el de su nombre; ya no debía ser llamado Amenhotep, pues, su significación, Amón está complacido, no era la apropiada en la nueva religión. Se hizo llamar Ajenatón cuyo significado es Servidor de Atón.
Estos cambios fueron demasiado rápidos y no todos lo asimilaron con facilidad. Ya los sacerdotes al no tener un culto politeísta no servían de mediadores entre dioses y hombres. Las grandes riquezas que tenían no volverían y no representarían ningún papel en la sociedad; el propio Ajenatón era ahora el mediador entre los hombres y Atón. Los templos de culto a los dioses paganos fueron cerrados por decreto y el sacerdocio destituido por el propio faraón.
Tradicionalmente el poder político estaba fusionado con el religioso dándole a los sacerdotes un poder tan imponente que era comparable al del propio faraón. Con la nueva religión esto ya no era así, Ajenatón era completamente independiente y era el propio sacerdote supremo en la religión de Atón.
En la tumba de Ay en la ciudad de Ajetatón se encuentra una inscripción del Himno a Atón compuesta por el propio Ajenatón:
Deja que tu sagrada luz brille desde las alturas del cielo,
oh, Atón viviente,
inicio de toda la vida...
Cuán variado es el mundo que has creado,
cada cosa es misteriosa...
Diseñaste la Tierra con los deseos de tu corazón,
mientras aún estabas sólo,
la llenaste de hombres y criaturas...
Tú eres el único Dios,
brillando frente a tus encarnaciones como Atón,
el Sol Viviente...
Tú creaste todas las cosas de este mundo a tu imagen, quién eres el Único;
ciudades, pueblos, campos, caminos, el Río [Nilo].
La construcción de una nueva capital
A causa de su trayectoria histórica, Tebas no podía ser la capital de la nueva religión, estaba llena de templos dedicados a dioses falsos y Atón merecía un lugar nuevo y puro, exento de fetichismos. En el corazón del Imperio, entre el Alto y el Bajo Egipto, Ajenatón antes de implantar la nueva religión encontró un lugar virgen a orillas del Nilo. Como se declara en una de las estelas limítrofes de la ciudad, el dios Atón descendió de los cielos y se posó en el lugar donde quería que se construyese Ajetatón o el Horizonte de Atón, nombre que se le dio a la nueva capital.
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Al ver entre las montañas de Tell Al-Amarna –nombre moderno de Ajetatón- se aprecia como caen los rayos del sol tal como Ajenatón lo presentó en sus relieves. Pareciera salir de su parte inferior unos rayos que se asocian a brazos y en los extremos a manos que sostienen el anj, la cruz de la vida. De un momento como este Ajenatón pudo haber escogido además de la nueva capital, la nueva forma física y universal de su dios.
Ajetatón en sus tiempos más prósperos fue el hogar de entre 25000 y 50000 personas. La ciudad estaba diseñada para el placer de sus habitantes, pues, Atón era bondadoso. Hermosos jardines y cómodas casas fueron los paisajes de la nueva capital.
Los templos no eran lugares oscuros y accesibles exclusivamente para los sacerdotes y el faraón como los del antiguo culto, los templos de Atón eran absolutamente para todos sus adeptos, los costados estaban bordeados por árboles y no había techo a modo de que los rayos de Atón se posaran sobre sus fieles. Las ofrendas que se le hacían luego eran repartidas entre la población, los frutos de dios debían ser de provecho para todos.
En un relieve se representa el balcón de las apariciones donde la familia real obsequia alhajas de oro a los pobladores de Ajetatón. Algunos investigadores interpretan las escenas como un soborno del faraón para que los ciudadanos apoyasen la religión que hipotéticamente no habría tenido el éxito esperado apoyándose en una estatuilla del dios Bes encontrada en la ciudad.
Esta teoría pierde su fuerza si se toma en cuenta que por primera vez en la historia de Egipto el pueblo común tenía participación directa con un dios por lo que el culto a Atón debe haber ganado mucha simpatía y creyentes.
Las artes de Atón
Otro cambio importante que Ajenatón efectuó fue el del arte. Debido a una creencia milenaria los faraones eran considerados dioses, específicamente eran una representación en la Tierra de Horus, dios del cielo. Por tal motivo no importaba ni la edad, ni la estatura, ni las características físicas del monarca, este debía ser representado con una imagen única y perfecta, cuerpo atlético, alto y fuerte para dominar a todos sus enemigos.
No importaba el aspecto del faraón, simplemente se le debía representar con estas características idealizadas al igual que fueron representados sus antecesores y como lo serían sus sucesores. En los frisos de los templos se puede ver a los faraones haciendo ofrendas a los dioses, en escenas de batallas o en el mundo del más allá en este estilo artístico.
Ajenatón cambió el concepto rígido tradicional. Cuando en 1925 Henri Chevrier, inspector de antigüedades en Karnak, descubrió unas estatuas colosales de un faraón que no pudo identificar, se dio cuenta que en Egipto había ocurrido algo extraño, dichas estatuas eran las de Ajenatón.
La nueva representación del faraón iba en contra del estilo tradicional, tenía una cabeza alargada, ojos almendrados, labios gruesos, una fina barbilla, un cuello extremadamente largo, caderas anchas y grandes muslos. En el taller del escultor Tutmes se lee una inscripción que dice que el propio faraón le enseñó su arte. Adicionalmente Ajenatón no era representado destruyendo a los países enemigos, ahora se le veía en escenas muy íntimas junto a su esposa Nefertiti y a sus hijas.
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En los templos toda la familia estaba representada haciéndole ofrendas a Atón y recibiendo de Él sus bendiciones. Del disco solar salían los rayos del sol y el extremo de cada rayo estaba concluido con una mano que sostenía la cruz de la vida, el anj.
Estos cambios fueron aplicados no solo al faraón; también la reina, las princesas y los demás miembros de la corte fueron representados en este nuevo estilo naturalista. Se han hecho muchas conjeturas a causa de la apariencia física de Ajenatón llegándose a decir que sufría de varias enfermedades incluyendo el síndrome de Fröhlich.
La teoría más sensata es que Ajenatón tenía unos rasgos peculiares que deseaba acentuar a través de sus estatuas y relieves. Su fisonomía no era exactamente como se observa en las obras de su reinado, simplemente era una forma de darle un vuelco total a la monotonía artística tradicional. Prueba de ello pudiese ser que Ajenatón no era el único representado de esta forma, lo eran todos los individuos que se incluían en las escenas dándole validez a esta teoría si descartamos la posibilidad de que se deseara imitar al faraón.
Estatua de Ajenatón enfatizando sus peculiares
características físicas
Relaciones extranjeras
Egipto tenía por tradición conquistar territorios extranjeros para expandir sus fronteras, manejar el comercio en el mediterráneo y para recibir grandes importes económicos así como de especies de arbóreas. Las campañas militares fueron la clave del éxito al punto de que Nub, palabra egipcia que significa oro, era el nombre de la actual Nubia la cual tenía un virrey autorizado por Egipto que debía dar constantemente al Imperio grandes cantidades de oro.
Esta práctica militar no fue utilizada por Ajenatón, él creía que no debía desperdiciar tiempo este tipo de actividades, su dedicación debía ser a las obras benévolas de Atón y no a las guerras y a la muerte. Por tales motivos Egipto empezó a perder el control en los territorios extranjeros debilitando la economía y la política exterior.
De hecho, un gobernante extranjero envió una carta a Ajenatón quejándose de que sus enviados eran dejados parados bajo el sol y no se les atendían.
Muerte de Ajenatón y restauración del antiguo culto
Es muy posible que a causa del disgusto en los sacerdotes del pasado provocado por la nueva religión haya dado pie a múltiples conspiraciones en contra de Atón y del propio faraón. Alrededor del 1334 a.C., en el año 17 del reinado de Ajenatón, llega su súbita muerte, aparentemente asesinado por motivos de disgusto en el antiguo clero religioso además de que tal conspiración pudo estar apoyada por la situación política como excusa.
El principal sospechoso de su muerte es Ay por una serie de hechos que lo relaciona con otras muertes después de la de Ajenatón. Nefertiti desaparece poco después de la muerte de su esposo por lo que se cree que también fue asesinada.
Se piensa que el faraón inicialmente fue enterrado en la tumba real de Ajetatón pero sus seguidores, previniendo posibles ataques en contra de Ajenatón decidieron trasladar su momia a otro lugar remoto donde no fuese encontrada.
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Parecida pudo haber sido la suerte de la momia de Nefertiti. En 1880, frente a la Tumba Real de Ajetatón se encontró una momia quemada y algunos objetos entre los cuales estaba un anillo con el nombre de Nefertiti pero se descarta que se tratase de su cuerpo, se piensa que son los restos de una momia copta.
Después de una corta corregencia de Smenjkare, Tutanjatón es casado con su media hermana Anjesepaatón y son convertidos en los nuevos herederos de Egipto. El joven Tutanjatón tan solo tenía 9 años cuando se desarrollaron estos hechos. A causa de su corta edad es indudable que los consejeros actuaban a través de él tomando las decisiones de acuerdo a sus propios intereses.
En el año 2 de su reinado repentinamente se restaura el antiguo culto a Amón y a los demás dioses. Para darle una mayor fortaleza a la antigua religión, el faraón y su reina cambian sus nombres a los de Tutanjamón y Anjesenamón. Es difícil creer que Tutanjamón después de haber vivido toda su vida en Ajetatón, después de haber creído en Atón como el único dios, restituya el culto a los dioses prohibidos por su padre, dioses en los cuales él mismo no creía.
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Para ese entonces habría cumplido tan solo 11 años y fácilmente era manipulado. Esta teoría se fortalece cuando Tutanjamón a sus 18 años muere por un golpe en la parte posterior de la cabeza. Es muy posible que haya sido asesinado suponiéndose que a esa edad él deseaba tomar sus propias decisiones, posiblemente no muy convenientes para el poderoso sacerdocio. Luego, Ay se casa con Anjesenamón en contra de su voluntad y se convierte en faraón y, poco tiempo después, Anjesenamón también muere por razones desconocidas.
El legado de Ajenatón
La historia de Ajenatón es vista desde dos puntos de vista muy diferentes; uno de ellos lo ve como el primer monoteísta de la historia de la humanidad y tomando en cuenta el punto de vista de la arqueología bíblica se cree que Moisés pudo haber inspirado algunos de sus pensamientos en textos religiosos de este faraón.
El otro punto de vista es más pasional, se refiere a Ajenatón como un faraón que su único papel fue crear un caos en Egipto y que por lo tanto, su período de reinado no fue más que una etapa oscura de la historia egipcia.
Lo que no se puede negar es que Ajenatón a través de su religión hizo cambios fundamentales en el pensamiento religioso que ayudó a evolucionar el concepto de lo divino, la hermandad y la paz entre los hombres.
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N° 1. Junio 2002 |