El ajuar funerario

La creencia de que la vida en el Más Allá transcurría de manera similar a la vida en este mundo, explica las características de los ajuares funerarios.

Las piezas que constituían dichos ajuares eran de muy diversa naturaleza. Entre ellas se podían encontrar desde alimentos, pasando por artículos de uso personal y herramientas, hasta armas, joyas y muebles. Algunos objetos eran elaborados especialmente para el entierro, mientras que otros eran parte de las pertenencias del difunto.

En las diferentes épocas históricas destacaron ciertos objetos, que pueden ser clasificados como característicos de éstas, por ejemplo, las “cabezas de restitución” del Reino Antiguo o el “Osiris de grano” del Reino Nuevo.

A partir del Reino Antiguo, los vasos canones pasaron a formar parte del ajuar funerario. Estos recipientes albergaban las vísceras de la momia, por lo que ocupaban un lugar cercano al sarcófago. 

A partir del Reino Medio,  las simples tapaderas de estos vasos comenzaron a ser artísticamente más trabajadas, tomando  forma de cabeza humana.

Durante la XIX dinastía se sustituyeron dichas cabezas por las de los Cuatro Hijos de Horus.


Qebehsenuef, Duamutef, Hapi y Amset, los hijos
de Horus, cuyas cabezas decoraban las
tapaderas  de los llamados Vasos Canopes,
protegían las vísceras de la momia, que se
encontraban en su interior

 

Correspondencias

(con excepciones)

Nombre

Forma

Órgano

Amset

hombre

hígado

Duamutef

chacal

estómago

Hapi

pavián

pulmones

Qebehsenuef

halcón

intestinos

Es también durante el Reino Nuevo cuando se introdujo la costumbre de decorar el cofre de los canopes con las imágenes de las cuatro diosas protectoras: Isis, Neith, Serqet y Nephthys.


El cofre de los canopes encontrado en la
tumba de Tut-Ankh-Amon se hallaba en
el interior de un armario/tabernáculo de
madera, recubierto de oro. Las figuras de
las cuatro diosas protectoras miden 90 cm
de altura.  Aquí vemos a Selqet con el
escorpión, que le da nombre, sobre su cabeza

Máscara funeraria de Tut-Ankh-Amon
Reino Nuevo - XVIII Dinastía Obra maestra
de los antiguos talleres de orfebrería egipcios

Las particularidades del arte de Amarna se reflejaron también en los canopes reales de aquella época: La cabeza del rey correspondiente adornaba los vasos canopes; del mismo modo  se sustituyeron las diosas protectoras por la figura de la reina.

El oro formó siempre parte del ajuar funerario real. Para los antiguos egipcios, el oro no era solo un metal precioso, sino un portador de fuerzas mágicas. Según sus creencias, este podía preservar al cuerpo de la corrupción y era por ello símbolo de inmortalidad, ya que la mísmisima carne de los dioses era de oro puro.

Dice Ra: “Mi cuerpo es de oro, mis huesos de plata y mis cabellos de puro lapislázuli”.

La presencia del preciado metal en torno a la momia del faraón, reafirmaba el derecho de éste a la inmortalidad y la divinidad, confirmando su identidad de hijo de Ra.


A partir de principios del Reino Medio,
los ushebtis comenzaron a formar parte
del ajuar funerario.  Las figurillas debían
sustituir al difunto, en caso de que éste
fuese llamado a  realizar algún tipo de
trabajo en el  Más Allá

Sin embargo, no todos los egipcios podían utilizar el oro tan despreocupadamente como la familia real. Hacer frente a los gastos que suponían tanto la momificación como el ajuar funerario, significaba un esfuerzo económico que no toda familia podía sufragar. A modo  de ejemplo sirva:   Un ejemplar del Libro de los Muertos costaba dos vacas, un esclavo o lo correspondiente a seis meses del salario de un obrero. Por lo que a numerosas personas, pertenecientes a las clases sociales menos privilegiadas, sólo les quedaba una esperanza:

Heródoto nos cuenta: ...”sucedía a menudo que en la oscuridad de la noche, cuando los guardianes dormían, entraban furtivamente con la momia en el cementerio de las personas ilustres y lo enterraban cerca de la tumba de un príncipe... con la esperanza de que de los dones funerarios del rico quedara algo para el pobre.”

 

Fómula mágica  de ushebti

Existen diversas versiones de estas fórmulas,
se basan en el capítulo VI del Libro de los Muertos

“Oh, Ushebti! Si soy llamado a ejecutar cualquier tipo de trabajo, de los que son usuales en el Más Allá,
tú te comprometerás a hacer la  labor que deba ser realizada allí;  a cultivar los campos, a regar las orillas y a transportar la arena (abono) de Oriente y de Occidente.
Tu responderás: “Heme aquí, Yo lo haré” “

(traducción libre del Alemán)